martes, enero 10, 2006

We got hydrophonic Love and We're Smokin'

Era un circulo.

Una borrosa pero perfecta armonia, que consistia, como todas las armonias, en no buscarla ni pretenderla. Dejarla aparecer entre las conversaciones, el pan, los ceniceros rebosando vacio, curiosidad, mi mano poniendo el jamon y el salami, la mantequilla y no habia queso. pero habian brownies.

De caja pero tocados por la mano hipnotica de la naturaleza.

Era un planeta oculto.

Respirabamos gases peligrosos que nos despertaban a una conciencia casi...

Casi extraterrestre.

Nos abrazabamos.

Nos deciamos pero tu si me caes bien.

Entonces al dia siguiente todavia bailabamos con euforia, sin ningun ritmo que seguir, nuestros ojos se daban la vuelta hacia dentro, hacia arriba, extasiados de los colores que encontraban en el interior, porque ahi adentro de cada uno convergian otros planetas, donde la musica del planeta exterior le llegaba tenue y clara, mas bien como una luz, como un dibujo, como agua para limpiarlo todo.

Era una abrupta y violenta colina de felicidad.

Al subirla quedaba solo agotar la noche entre estrellas fugaces, datiles, el sonido de los grillos, las lucecitas parpadeantes de las luciernagas. Nos agarrabamos las manos con la certeza de de no saber quienes eramos pero de conocernos de una vida anterior.

Cambiabamos de musica y ya estabamos en otro lugar.

La colina habia desaparecido, me tocaba recojer unos vasos de plastico. Tenia en una mano una funda negra y en la otra una escoba y estaba a punto de echar a volar sobre las casas y los montes, y aquellos terrenos abandonados, marrones, arenosos...Alguien me agarro la mano, reteniendome, pero no reteniendome, porque mas bien fue una invitacion. Olvide mi escoba voladora y prosegui con el programa de limpieza hasta ver como brillaban las mesas y no hubiesen sobras de la noche.

Si. ya era de dia.

Habia amanecido en algun momento. Y habia sido tan rapido que no nos habia dado tiempo para dejar de mordernos los labios ansiando vivir hasta el ultimo segundo hasta la ultima cancion.

La playa. La spiaggia. La plage.

La carretera se alargaba sexy, suave, como dos piernas de modelo. El mar a mi derecha era de un azul indescifrable. Permanecia quieto, inmovil.

Cuando llegamos nos deslizamos hasta unos troncos que habian arrimados a la orilla, y nos dejamos caer, no cansados, sino sorprendidos por el sol que se alzaba entre las nubes, destruyendolas con su calor. Algunos cerramos los ojos, otros buscamos el vodka.

Alguien diviso una sombrita, entre las ruinas de una casa y bajo unas palmas bailarinas, quedaban algunos muros y la entrada, el marco de una puerta dibujado con unas varillas polvorientas y uno que otro pedazo de pared. Nos encaminamos a una velocidad subjetiva y nos acomodamos con caras como globos que andaban flotando por las nubes...

Lentamente fuimos despertando sin dolor, sin sorpresa.

En una esquina lejana un cartel decia: Juan Dolio.