viernes, septiembre 24, 2010

Confesiones de una chica promiscua.

La lluvia como un antídoto.
La lluvia como una escoba. 
Como una ola trae recuerdos, memorias pasadas y luego se lleva todo.
La lluvia baña mis ansias, Limpia las calles después de inundarlas.
Por mi ventana mágica veo la ciudad entera como una copa desbordada: los carros quedados, la gente malhumorada, los amantes que se abrazan, los negros paraguas, el sancocho, los charcos, los zapatos caros que se dañan. Nos quedamos en casa, odiamos el trabajo y vamos de casa en casa con botellas de vino, con todas nuestras ganas de olvidar pero inmóviles en nuestra desesperación; buscamos compañía, conversación, cualquier distracción que nos quite la melancolía de estar tan solos en días tan grises.
Y el agua sigue como si nada. Como la rueda de la fortuna, gira, continua su destino implacable, cae y cae y cae.
Yo trato de refugiarme. De mantenerme seca debajo de mi sombrilla de palabras. Palabras...Para decir algo que no sé cómo decir, para intentar expresarme un chin, olvidarme de mis vergüenzas y mis miedos, contar el cuento completo, aunque solo sea para mí y para mi psicólogo que me recomendó escribir como terapia.
- Escribe Soraya, escribe...Te funcionara más que cualquier pastilla que pueda darte para tu ansiedad imaginaria.-me dijo el muy cabrón entregándome una libreta de hojas recicladas. Yo prefería mis pastillas.
La vía rápida.
Pero en fin...
Me siento tranquila después de muchos días sin tranquilidad.
No sé qué era, no sé qué me pasaba o aun me pasa, pues todavía siento la mano eléctrica de ese fantasma sin destino que ha entrado sin darme cuenta en mi casa. O me di cuenta y no quiero admitir que deje la puerta abierta, que lo deseaba, que mentalmente lo llamaba, que lo esperaba como si fuera a hacerme el amor, lo ansiaba...
Quería no pensar en nada. Salirme de mi caja. Revolcarme un poco con la vida a ver qué pasaba. Y en efecto pasaron infinidad de cosas. Solté las riendas de mi bestia y la vi comérselo todo hasta la muerte. No razoné, no calculé, hacía todo como me dictara el momento, decía las cosas sin saber qué diablos estaba diciendo, sin moral, ni sentimientos... o al menos eso creía.
Hoy recogí todas las botellas vacías de estos días.
Eran muchas, eran tantas. Alguien pudiera decir que demasiadas. De varios colores y formas: vodka, amaretto, tequila, vino y las cervezas ganaban. Varias copas rotas y mi ex-barriga de modelo, deformada.
¿Eran ellas el sinónimo de mi vida, de mis últimas semanas?
¿Que pensara de mi la gente?
No sé, nunca me ha importado, no me importa y no me importaba. Pero admito que de vez en cuando me lo cuestiono...
Todas las veces que bailé sola en el centro de la pista y todos me miraban, algunos se reían, otros me envidiaban. Confusión, noches sin tregua, de un extremo al otro, camaleónica, todo el tiempo en minifalda mientras pueda, manos amigas, manos nuevas, manos heladas, narices respirando la noche en una línea larga, amigos no se vallan...
¿Quienes son ustedes? ¿Cómo te llamas? Se me olvido tu nombre, pero sé que te conozco, no olvido tu cara. Mejor no me digas nada. Me estoy sintiendo muy bien... Pero es una burbuja de aire que en cualquier momento todos sabemos que se va a romper. Que va a estallar en mil pedazos de reluciente realidad. Cuando nos empecemos realmente a conocer. Cuando las máscaras de las fiestas se caigan sobre el piso sucio lleno de colillas.
Pero no te vuelvas tan dramática...
Mejor piensa en la multitud de experiencias que has acumulado en tan poco tiempo. Cuanta gente he visto, cuantas besos me han dado sin querer queriendo, cuantas conversaciones extrañas, muchas de ellas totalmente inútiles pero eran adecuadas al momento, entonces... ¿
Como juzgarlas?
Cuantos bailes frenéticos, cuantas madrugadas. Siempre los mismos bares pero no podía dejar de ir porque en esos días él estaba allí. No podía dejar de mirarlo. De besarlo en mis sueños. Pero nuestros labios en vida real nunca se tocaron... Que idiotas.
¿Es tan difícil dar un beso? ¿Un beso profundo, largo, eterno?
Al verlo me ponía nerviosa. Me salía muy bien mantener una conversación pero si se acercaba un poquito más de la cuenta hacia todo al revés.
Entonces todo esto... ¿
todo esto que vengo diciendo es para terminar hablando de el? ¿Es un pretexto?
Lo difícil es vencer el miedo al rechazo, me dice una vocecita que quisiera seguir hablando dentro de mí, pero yo prefiero no escucharla. Yo también tengo mi pájaro azul, Bukouski. Bien amarrado y amordazado, ahí adentro, ahí abajo, en la oscuridad, en el pozo negro de mi cabeza, allí donde no hay ventanas ni puertas...Creo que el pobrecito no podrá escaparse nunca.
La lluvia sigue y sigue y se fue Mayo y no para.
No me deja olvidar nada.
Me hace decir cosas, pensarlas...Cosas que si no fuera por que llueve sin parar desde hace dos semanas, no dijera ni pensara.
Necesito el sol para creer en el mañana. Que excusas. Baratas.
- Di la verdad. Dila. Quizás te sientas liberada. - Me dijo el psicólogo con su sonrisa llena de calma simulada.
Me pregunto ¿
quién será el psicólogo del psicólogo?
Pero nada, volvamos a mi terapia. Ok. Aquí voy: Si. Si. Si. Lo único que quiero hablar es de él. Pienso en el más de la cuenta. Sueño con él en todas las siestas. El me hace falta. Me hace falta tenerlo de fondo. No quiero poseerlo pero quiero tenerlo cerca. Encontrarlo casualmente en todas las fiestas y que se valla conmigo, que me diga con su voz perfecta: vieja sácame de aquí. Ver sus manos llenas de música, despertarme a su lado y quedarnos hasta el otro día con la misma ropa, sin cepillarnos los dientes, acompañándonos silenciosamente.
Y sé que parece mentira, sé que suena extraño decir que nunca nos besamos pero compartimos la cama tantas veces, a veces nos tocábamos. Y una vez hicimos algo parecido al sexo. Parecido pero no era eso... No sé cómo definir ese encuentro.
Suena extraño pero así fue. Y una vez me dijo "Te quiero Soraya, de verdad te quiero" pero él estaba igual de borracho que yo así que no quise detenerme en aquella declaración, que por lo demás podía ser perfectamente producto del alcohol, y entonces como no supe que decir ni cómo reaccionar me puse a hablarle de que el amor era una cadena, que era una mierda, que no sé qué...no me di cuenta...Y luego, días después me acosté con su mejor amigo, y días mas tarde me besaba con su hermano. Y si nadie lo sabía pues ya está...Ya está todo confesado.
Me declaro responsable de todos mis actos. Y debo anotar que no siento remordimientos. 
No éramos ni novios ni teníamos ningún acuerdo. 
He dejado bien claro hace mucho que no me interesa nada de eso. 
Por el momento me va muy bien mi vida en el más completo frio, libre albedrío.
Mi conciencia ha sido re-educada. 
Ya no me arrepiento de nada. 
Si algo elegí o hice en algún momento, si quise hacer algún experimento, pues eso fue.
Al otro día me acuerdo que nadie me puso una pistola y que yo quería hacer lo que hice. 
¿De que sirven las lamentaciones?
Sigue lloviendo.
Lo que hay que hacer es simplemente aceptar el efecto, las consecuencias de los hechos. 
Pues esa es la vida ¿no?
¿Que pensara de mi la gente? 
Sean tiernos, soy sola una chica más. Y al fin y al cabo es mi vida.
Ojala el regrese algún día.
Ojala nos volvamos a ver.
No tengo ningún plan, no es que ahora valla a hacerlo "bien" o que me ponga a "conquistarlo" como una dama decente sabe hacer. Esas cosas ya no me interesan...Como dije, solo quiero tenerlo cerca. Mantener una amistad de esas que nada tienen que ver con el tiempo, el lugar o la sexualidad.
Si. Todo esto era para terminar hablando de él. Para contar un poco de mi promiscua vida donde él es un punto aparte. Antes de él y después del... ¿
Y quien es él?

Su nombre es impronunciable. Si lo digo creo que muero, me convertiré en una estatua de sal o despertare de nuevo las ganas de tenerlo.
Te estas contradiciendo. Ya no sé qué estoy diciendo.
Ni porque sigo escribiendo.
Solo lo quiero. Lo quiero. Lo quiero. Y no sé porque, no sé.
Necesito sacármelo de alguna manera.
Como un demonio lo tengo en el alma.
Que alguien me haga un exorcismo.
Esta mierda de escribir no funciona para nada.

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