jueves, julio 10, 2014

Yo, Tu, Ella.

Sus ojos brillaban en la oscuridad.
Sus manos temblaban al tocarme.
Desde la otra habitación escuchaba los pasos serenos de Alejandra, caminaba muy despacio y fumaba; y yo sabía que además de fumar, se estaba desnudando.
Sentí unas punzadas eléctricas en el cerebro.
Me preguntaba: ¿pero qué es esto que siento? ¿Cómo puedo entenderlo?
No puedo.
De súbito recordé, cinco años atrás, todos mis experimentos.
Me vinieron a la mente escenas muy sensuales, caóticas y variadas. 
La abstinencia en ese tiempo no era una palabra con la cual me sintiera identificada; en ningún aspecto de mi vida…
Hoy en día, las cosas son distintas. 
Las mismas experiencias me han transformado.
Pero volvamos a esa noche, porque fue esa noche en la que supe que mi época de tríos y juegos sexuales ya había caducado o que mi estándar, definitivamente, había cambiado.
Esta situación con Miguel y Alejandra no me excitaba, no tenía ganas, y sin embargo ahí estaba, en el medio de ambos, como consecuencia de todo.
Ella es hermosa y el también, de cuerpo y alma.
Y yo sabía, sabía que terminaría así.
Y justo porque lo sabía desde el principio, me sentía incómoda conmigo misma.
Uno no va conscientemente y se mete en la boca del lobo.
Traté de salvar la situación. 
Removí mis pensamientos. 
Busqué el sentido humano, la parte amorosa. 
Intenté darle la vuelta y buscar, por encima de todo la energía positiva, el intercambio, el compartir, bla, bla, bla… No. No funcionaba.Había algo que no me dejaba...
Me eché a un lado y en ese momento ella entró a la habitación, desnuda, lista para jugar.
Ellos sonreían felices.
Sus ojos brillaban en la oscuridad.
Sin el mínimo pensamiento o límite.
Por un segundo sentí envidia. 
¿Dónde estaba mi perra interna? ¿Dónde estaba mi instinto animal?
El instinto con la perra se habían ido hace unos meses de paseo y con su partida habían llegado mil y un razonamientos de por qué el sexo está mal educado, sobrevalorado y mal usado. Su preciada y divina energía se volvía, para mí, inútil y hasta amarga, cuando de almas, no estamos conectados.
Para hacerlo por “salud”, prefiero ir al gimnasio…
Para hacerlo por “placer”, prefiero bailar…
Para hacerlo por “hacerlo”, prefiero cantar…
Pero bueno, obviamente no era el momento para hacer una mesa redonda y discutir con mis compañeros, mis nuevas ideas sobre la vida.
Comprobé que soy mucho menos egoísta de lo que me pude imaginar o que en definitiva, el egoísmo como el amor o cualquier otra emoción, al final son elecciones.
Así que elegí verlos disfrutar, pero sin participar. No le iba a quitar el caramelo a los niños.“Vuestra fiesta puede continuar toda la noche, camaradas.” – les dije sin decirles.
Me giré y decidí meditar.
Mañana sería otro día.
La luz del sol, volvería.
El curso de la vida seguiría.
Al final todo esto es una tontería.
Me dormí a los diez minutos, entre suspiros, jadeos, gemidos, y el sonido de las lenguas lamiendo y lamiendo. 
Sentí el calor de sus cuerpos y el movimiento constante de la cama, me adormeció dulcemente, como la más moderna y eficiente hamaca.
No soñé nada y desperté sintiéndome liberada del mundo y sus reglas emocionales.
Si. Él me gustaba. Eso era cierto. 
¿Qué tan doloroso había sido presenciar todo aquello?  
Me dolía mi ego solamente, lo reconocí al instante.
Agarré unas páginas en blanco y decidí sentarme. Tenía que sacarme... Todos los demonios que aún quedaban en mi mente, dibujando.
Luego lloré en silencio un rato.
No entenderé las emociones ni las relaciones.
Pero quizás, no hay que entenderlas, sino permitirlas en su naturaleza.
Total, al final, son pasajeras.
Incluso yo misma…
¿Cuántas cosas he sentido que ya no siento?
¿Cuántas cosas he dicho, en las que ya no creo?
He cambiado todo el tiempo...
Decidí una vez más, agarrarle la mano al destino.
Confiar en la magia del viaje y el camino.

Abrí las ventanas y dejé mis ideas del amor, volar bien lejos...