jueves, septiembre 30, 2010

Confesiones [sin orden] de una chica seria

Martes, 27

No fui una de esas que perdió su virginidad en un motel barato con 14 años. Muy por el contrario, estuve aguantándolo por el culo durante 3 años para no perder mi preciado himen así por así.  
Claro que tampoco quería perder a mi querido primer novio, Armando Fernandez de Ponchuang. Así que nada, llegamos a ese acuerdo intermedio. Al final ni siquiera lo llegue a hacer con el...Por adelante, quiero decir. 
Fue con Sergio José Castillo Rodriguez que no me gustaba tanto pero se empeñó lo suficiente... Y yo, mujer seria al fin y al cabo, valoro la gente que lucha y se esfuerza por lo que quiere.  
Luego de muchas cenas en Fellini, flores de Super Flores, carteras Louis Vuitton (originales), viajes a La Romana, conciertos, serenatas a las 3 de la madrugada, tarjetas, globos, peluches, sorpresas y largas cartas prometiéndome un amor inmortal y una casa con tres pisos y 10 mucamas... Al final lo logró.  
Fue un proceso de varios meses.  
Después no duramos tanto juntos aunque el me juraba y perjuraba que nos casaríamos en la Santísima Catedral Primada de América con el cardenal y 350 ilustres invitados.  
Yo me visualizaba entrando a la iglesia, inmaculada, con mi vestido blanco, con una cola larga llena de encajes y perlas bordadas. El mismo vestido de mi madre... Sin embargo, nada que ver. 
Ahora tengo 29 años y estoy seriamente preocupada porque no tengo ninguna relación de 5 o 10 años, no tengo ningún anillo de Tiffany con un diamante en mi mano y los hombres que valgan la pena, que valoren una mujer seria, están escasos.  
No se que hacer... 
Para esta edad ya tenia que tener mi primer hijo hace rato. 
Para los 30 ya estaré un poco pasada de mambo. 
Y por más que me digan que ya no es como antes, que no hay que sentirse presionada, yo no se tu pero yo, no vivo en Londres ni en Milano.

Lunes, 18

Por la ventana de mi oficina veo la Roberto Pastoriza.  
Hoy, como bien anoté la fecha, es lunes, y la calle esta repleta de gente que va y viene, comenzando la semana, con caras serias y enfocadas en ganarse el pan de cada día. 
Y aquí estoy yo: sentada con la espalda bien recta en mi sillon de piel negra de gran ejecutiva.  
Mi escritorio esta limpio y ordenado. Frente a mi tengo esta libreta fea, este diario, que he comenzado mil veces sin lograr sacar una página en claro.  
Bueno, este es el intento numero 40 y sé que lo lograré. Siempre logro lo que me propongo, desde niña. Claro que los logros, el éxito en general, la felicidad... Todo eso es relativo. Con el tiempo eso he a aprendido. "A puro dolor y puros coñasos" como decía mi madre (que en paz descanse) pues cuando Pedro me dejó para volver con esa puta loca que lo había dejado 1 año antes por su mejor amigo y ahora los veo juntos, irónica y nuevamente unidos, desfilando en todos los bares y restaurantes de la mano, y lo veo con esa cara de felicidad, como un niño, con un estúpido orgullo masculino, como quien ha logrado algo muy grande; ahí he comprendido que lo que es bueno para mi quizás no lo es para otro y viceversa. Comprendí que el amor es absurdo o que quizás yo no sé lo que es el amor. O que tal vez todo esto que nos dicen de como es el "amor" no es verdad... 
Y uno se la pasa de decepción en decepción buscando algo que no es real y que todos pretendemos como si fuéramos actores de una novela barata mexicana.
(Ojalá y la tipa lo deje por su nuevo mejor amigo)
No lo se. Estoy cada vez mas perpleja. Yo misma me he dejado con la boca abierta. Debo admitir que he hecho algunas cosas que van totalmente en contra de mis principios, moral y ética.  
Pienso en mi madre y quisiera ser como ella: Integra, familiar, virginal, perfecta. Pero antes era diferente. La gente tenia otras prioridades. Ahora estamos todos confundidos, atrapados en una red promiscua de sexo sin sentido, de noches vacías.  
Cuando llega alguien especial ni nos damos cuenta.  
Aunque quizás el ser humano siempre ha sido así, y así siempre será.
Ahora debo enfocarme yo también en mis tareas.  
Finalmente he escrito algo.

Miércoles 1

Mi nombre es Amelia Santelises. Y soy una chica sencilla, trabajadora. Una tipa seria. De familia.
Eso se nota a leguas. En la ropa, en el aura...Y uno puede descifrar a una persona solo de verla.
Aunque hay gente que engaña.
Esperaba por mi cita con el psicólogo a la cual llegue unos 10 minutos antes y me toco esperar ahí en el vestíbulo en lo que salía el paciente. (que conste no estoy loca ni nada por el estilo, simplemente tengo una pequeña depresión por la reciente muerte de mi madre) 
Cuando se abrió la puerta del consultorio comprobé una vez mas que las mujeres promiscuas tienen una particular manera de vestirse y de caminar.
Siempre con las piernas al aire, con escotes indecentes, con el ombligo asomando, con mas rubor de la cuenta, con tetas, culo, cintura y/o nariz hecha, con zapatos demasiados altos a horas en que la verdad no tiene nada que ver.
Pues de noche esta bien pero a las 3 de la tarde, querida: uno debe andar de otra manera.
Esta salió toda ella, me miro a través de una gafas muy grandes, negras y me sonrió con su carita de yo no fui.  
Le devolví la sonrisa por cortesia.
Nuestro psicologo sentado en su escritorio le miraba el culo sin poder evitarlo. Hasta yo se lo miré cuando pasó a mi lado.
Dios...y después se quejan de que no las toman en serio.
Ese día me sentía particularmente mal.
Desde que entre comencé a llorar desconsoladamente.
Había tenido una mañana horrible, entre reuniones y sermones de mi jefe, luego Pedro (el tipo con que estaba saliendo) me llamó y me confirmó que era verdad lo que todos sabían menos yo; que volvía con su ex (la cual es una puta que lo había dejado por su mejor amigo) y yo me quería morir.
Y además estaba lo de mi madre, que no me dejaba dormir.
- ¿Y que pasó con Pedro?- me preguntó - ¿No que lo habías dejado?
- Nooo... Lo amo. Le di una oportunidad, le dije que nos tomáramos unas semanas para pensar. En ese tiempo me la pasé en casa todos los días, bordándole una toalla para el gimnasio. Osea hasta engorde... Tenía una ansiedad... No podía dejar de pensar en el, ni de llorar por Mamá ni de comer. Y mira lo que me ha hecho... Yo debiera ser igual de puta que ella, al menos me divertiría!
- Oh Amelia... ¿Para que te haces eso? Sabías que esto podía pasar...
- Por eso estuve con su amigo Frank...- se me salió sin querer.
- Anjaaa... Finalmente la señorita se confiesa... - dijo el con una malévola sonrisa mientras anotaba quien sabe qué en su diminuta libreta.
- Mire en la vida a veces hay que vengarse.Yo lo hice por despecho, Frank ni me gustaba. A gente así hay que darle un poco de Karma.
- Amelia creo que estas equivocada. - Me dijo el como si nada. Y me miró a los ojos sin miedo, transparente. Yo odio cuando me hace eso. Como si el supiera de la vida. O por lo menos de la mía.
- Osea te acuestas con un hombre por despecho? Por favor, no me tomes de pendejo. Me vas a decir que no lo disfrutaste por lo menos?
- No he dicho que me halla acostado. Salimos a cenar, a Fellini. Ese es un sitio muy bien.  
- Si claro... Eres una mujer seria. A veces se me olvida. - Dijo con otro tipo de sonrisa. Se dio la vuelta y comenzó a buscar algo en un armario pequeño de roble que tenía detrás de si. Sacó una libreta, igual a la que el tenía, de uno de sus cajones y me la entregó con otra sonrisa.
¿Sabes qué? Te voy a dar la misma recomendación que le di a la chica que viste salir... Es algo que yo también practico mucho, todo el tiempo.
¿La del culo grande? No puede ser que me de lo mismo que a ella... Somos muy distintas...
- Ni tan grande... - dijo pensando en el culo de la chica - Y de diferentes no tienen mucho. Solo la percepción que tienen cada una de si misma...
- Bueno, bueno...Whatever... No me interesa... Dígame que hacer con esta libreta. 
- Mira Amelia, creo que necesitas desahogarte, contar tus penas reales. A mi al fin y al cabo todavía me tienes vergüenza. Me dices solo lo que te da la gana, lo que quieres escuchar que le dices a un psicólogo. Ponte a escribir en ella. Lo que te venga, lo que se te ocurra. Sin orden, ni reglas. Nadie te espera. Nadie te estará mirando o juzgando.
¿Entonces mi papá le paga a usted para que me de una libreta?...Y ni siquiera es bonita.- le dije mirándola bien. Era ordinaria. Marrón. - Si por lo menos fuera de Hello Kitty...
- Tu papá me paga para que te sientas mejor...Para que sepas como superar algunas cosas y te sientas mejor. Para que dejes de llorar como una niña que le quitaron un caramelo.
- Usted no puede juzgar así mi sufrimiento.
- Vamos nena, ¿Te vas a poner difícil?
- Claro que si. Yo soy una mujer seria.
- Cierto, cierto...